Rompiendo Cadenas De Adiccion

Actitudes Que Te Mantienen Prisionero
Hablando Con Severidad A Otros
Proverbios 12:18
18 Algunas personas hacen comentarios hirientes,
pero las palabras del sabio traen alivio.Nuestras palabras tienen peso, tanto peso que Salomón compara las palabras imprudentes con estocadas de espada: violentas, penetrantes, mutiladoras. Este no es el único lugar en Proverbios donde analiza el peso de las palabras (ver 8: 7, 10:18, 10:32, 13: 3). Claramente, la forma en que los usamos debe ser una consideración importante para nosotros.
¿Cómo ha estado hablando de otras personas? ¿Son tus palabras duras como estocadas de espada, o curan? La Biblia habla tan claramente sobre el poder de las palabras porque la forma en que hablamos es un reflejo de nuestro corazón. Jesús dijo una vez a la multitud:
"El bueno del buen tesoro de su corazón produce bien, y el malo de su mal tesoro produce mal, porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lucas 6:45)".
Cuando sienta la tentación de hablar sobre otra persona, hágase estas preguntas para determinar si sus palabras son precipitadas como estocadas o una fuente de curación:
¿Cómo me sentirÃa si esta persona hablara palabras similares sobre mÃ?
¿Les dirÃa estas palabras en la cara?
¿Es absolutamente cierto lo que voy a decir y, de ser asÃ, es útil?
¿Espero lo mejor de esta persona o estoy asumiendo lo peor de ella?
Las palabras precipitadas deben evitarse, y una forma de lograrlo es considerar los efectos de nuestras palabras antes de pronunciarlas. También tenemos un Ayudador en el EspÃritu Santo, que vive en nosotros y nos da la fuerza y el autocontrol para caminar, no en la carne, sino por su poder (Romanos 8). Podemos orar por su ayuda en este sentido. El EspÃritu obra para conformarnos a la imagen de Jesucristo, quien es nuestra esperanza para hablar palabras sanadoras (2 Corintios 3:18).
Porque el Hijo de Dios nunca habló una palabra inútil y asesina en su vida humana. Cristo es el Verbo hecho carne, la manifestación perfecta, pura y vivificante de Dios de sà mismo. Jesús se sometió a la muerte en una cruz para expiar cada palabra dura que hemos dicho. Fue clavado en su costado con una espada mientras colgaba allÃ, nuestros pecados (incluidas las palabras imprudentes) lo clavaron en el madero.
Jesucristo tomó la estocada de espada y la plenitud de la ira de Dios por nuestras duras palabras, trayendo vida y salvación en su nombre. Ahora tenemos la oportunidad de llevar su imagen en la forma en que hablamos de otras personas, con palabras de sanación y esperanza.
¿Cómo ha estado hablando de otras personas? ¿Son tus palabras duras como estocadas de espada, o curan? La Biblia habla tan claramente sobre el poder de las palabras porque la forma en que hablamos es un reflejo de nuestro corazón. Jesús dijo una vez a la multitud:
"El bueno del buen tesoro de su corazón produce bien, y el malo de su mal tesoro produce mal, porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lucas 6:45)".
Cuando sienta la tentación de hablar sobre otra persona, hágase estas preguntas para determinar si sus palabras son precipitadas como estocadas o una fuente de curación:
¿Cómo me sentirÃa si esta persona hablara palabras similares sobre mÃ?
¿Les dirÃa estas palabras en la cara?
¿Es absolutamente cierto lo que voy a decir y, de ser asÃ, es útil?
¿Espero lo mejor de esta persona o estoy asumiendo lo peor de ella?
Las palabras precipitadas deben evitarse, y una forma de lograrlo es considerar los efectos de nuestras palabras antes de pronunciarlas. También tenemos un Ayudador en el EspÃritu Santo, que vive en nosotros y nos da la fuerza y el autocontrol para caminar, no en la carne, sino por su poder (Romanos 8). Podemos orar por su ayuda en este sentido. El EspÃritu obra para conformarnos a la imagen de Jesucristo, quien es nuestra esperanza para hablar palabras sanadoras (2 Corintios 3:18).
Porque el Hijo de Dios nunca habló una palabra inútil y asesina en su vida humana. Cristo es el Verbo hecho carne, la manifestación perfecta, pura y vivificante de Dios de sà mismo. Jesús se sometió a la muerte en una cruz para expiar cada palabra dura que hemos dicho. Fue clavado en su costado con una espada mientras colgaba allÃ, nuestros pecados (incluidas las palabras imprudentes) lo clavaron en el madero.
Jesucristo tomó la estocada de espada y la plenitud de la ira de Dios por nuestras duras palabras, trayendo vida y salvación en su nombre. Ahora tenemos la oportunidad de llevar su imagen en la forma en que hablamos de otras personas, con palabras de sanación y esperanza.
Si tu identificaste la actitud negativa de Hablando Con Severidad A Otros en tu IMD hoy, tome un tiempo para completar este devotional. Leete cada pasaje empesando con (Proverbios 12:24; 13: 4)
Medita en este versiculo(s). Continue con el proximo pasaje hasta completar todos los pasajes. Es imperativo que permites el Espiritu Santo que nos confronte con nuestras actitudes pecaminosas y defectos de caracter, y que tomemos responsabilidad por nuestro comportamiento sin hacer escusas. Esto requiere mirar con honestidad las intenciones de nuestro corazon si vamos a permitir que Dios obre en estas areas. Pidele al Señor que revele la verdad detras de estos actitudes. Nuestros corazones son engaños y intentara a esconder las rasones verdaderas detras de estos comportamientos. Asegurate de escribir cualquier revelacion de el Espiritu Santo, especialmente de donde vienen.
Medita en este versiculo(s). Continue con el proximo pasaje hasta completar todos los pasajes. Es imperativo que permites el Espiritu Santo que nos confronte con nuestras actitudes pecaminosas y defectos de caracter, y que tomemos responsabilidad por nuestro comportamiento sin hacer escusas. Esto requiere mirar con honestidad las intenciones de nuestro corazon si vamos a permitir que Dios obre en estas areas. Pidele al Señor que revele la verdad detras de estos actitudes. Nuestros corazones son engaños y intentara a esconder las rasones verdaderas detras de estos comportamientos. Asegurate de escribir cualquier revelacion de el Espiritu Santo, especialmente de donde vienen.