
30 DIAS A LA VICTORIA A TRAVEZ DEL PERDON
DIA 1
LAS CARGAS DEL PASADO
Se cuenta la historia de dos hermanos devotos que viajaban juntos y tenían que cruzar un río. Una anciana corpulenta estaba sentada en la orilla del río esperando que alguien la ayudara a cruzar.
El río era ancho, así que los hermanos decidieron turnarse para cargar con la mujer. Uno de ellos la llevó a la espalda hasta la mitad del río y el otro cargó con ella el resto del trayecto. La mujer les agradeció tan generosa ayuda, y se despidieron.
Al seguir su camino, el primer hermano empezó a quejarse de dolor de espalda. El segundo le aseguró que no era nada. Pero poco después, el primero empezó a quejarse de nuevo y tuvo que detenerse a descansar.
El segundo hermano preguntó: —¿Por qué te detienes? —La espalda —dijo el primero—. Me duele de llevar a esa mujer. ¿A ti no? —No —respondió el segundo—. La solté tres kilómetros atrás.
El primer hermano seguía agobiado por el peso de la mujer, aunque hacía mucho que ella se había ido. Seguía sintiendo el peso de ella en su espalda. Al seguir pensando en la carga que había llevado, era incapaz de seguir con su camino y llegar a su destino.
EL TIEMPO NO CURA TODAS LAS HERIDAS, PERO DIOS SÍ PUEDE.
La falta de perdón es como una carga que llevas a la espalda. Aunque la ofensa haya pasado hace mucho tiempo, puede seguir lastrándote e impidiendo que llegues a tu destino. Quedarte atrapado en el dolor del pasado puede inmovilizarte. Las cargas del ayer pueden agobiarte hoy e impedir que alcances un mañana mejor.
Estoy seguro de que esto no te sorprende. Las dolorosas experiencias del pasado pueden cargar fácilmente tu corazón, tu mente, tu alma y tu cuerpo. Son heridas que podrían remontarse a tu lejana infancia o a la semana pasada.
He asesorado a centenares de personas y he visto un patrón de dolor repetido que aflora desde el pasado. La mayoría de las veces pertenecen a la niñez o a los primeros años de adultez. El tiempo ha seguido avanzando, pero la sanidad no ha progresado al mismo ritmo. Es difícil desprenderse de los recuerdos y de sus impactos.
Algunas personas dicen que el tiempo sana todas las heridas, pero yo no estoy de acuerdo. He visto a demasiadas personas cargar con demasiadas heridas durante demasiado tiempo. Por otra parte, he visto a otras sanar de heridas profundas en un tiempo relativamente breve. El tiempo no cura todas las heridas, pero Dios sí puede. Cuando alineas tu perspectiva del dolor con la de Dios, tú también puedes experimentar sanidad. El primer paso para la victoria por medio del perdón consiste en reconocer que Él siempre tiene un propósito para tu dolor. Por tanto, no necesitas llevar las cargas del pasado. Puedes soltarlas.
Se cuenta la historia de dos hermanos devotos que viajaban juntos y tenían que cruzar un río. Una anciana corpulenta estaba sentada en la orilla del río esperando que alguien la ayudara a cruzar.
El río era ancho, así que los hermanos decidieron turnarse para cargar con la mujer. Uno de ellos la llevó a la espalda hasta la mitad del río y el otro cargó con ella el resto del trayecto. La mujer les agradeció tan generosa ayuda, y se despidieron.
Al seguir su camino, el primer hermano empezó a quejarse de dolor de espalda. El segundo le aseguró que no era nada. Pero poco después, el primero empezó a quejarse de nuevo y tuvo que detenerse a descansar.
El segundo hermano preguntó: —¿Por qué te detienes? —La espalda —dijo el primero—. Me duele de llevar a esa mujer. ¿A ti no? —No —respondió el segundo—. La solté tres kilómetros atrás.
El primer hermano seguía agobiado por el peso de la mujer, aunque hacía mucho que ella se había ido. Seguía sintiendo el peso de ella en su espalda. Al seguir pensando en la carga que había llevado, era incapaz de seguir con su camino y llegar a su destino.
EL TIEMPO NO CURA TODAS LAS HERIDAS, PERO DIOS SÍ PUEDE.
La falta de perdón es como una carga que llevas a la espalda. Aunque la ofensa haya pasado hace mucho tiempo, puede seguir lastrándote e impidiendo que llegues a tu destino. Quedarte atrapado en el dolor del pasado puede inmovilizarte. Las cargas del ayer pueden agobiarte hoy e impedir que alcances un mañana mejor.
Estoy seguro de que esto no te sorprende. Las dolorosas experiencias del pasado pueden cargar fácilmente tu corazón, tu mente, tu alma y tu cuerpo. Son heridas que podrían remontarse a tu lejana infancia o a la semana pasada.
He asesorado a centenares de personas y he visto un patrón de dolor repetido que aflora desde el pasado. La mayoría de las veces pertenecen a la niñez o a los primeros años de adultez. El tiempo ha seguido avanzando, pero la sanidad no ha progresado al mismo ritmo. Es difícil desprenderse de los recuerdos y de sus impactos.
Algunas personas dicen que el tiempo sana todas las heridas, pero yo no estoy de acuerdo. He visto a demasiadas personas cargar con demasiadas heridas durante demasiado tiempo. Por otra parte, he visto a otras sanar de heridas profundas en un tiempo relativamente breve. El tiempo no cura todas las heridas, pero Dios sí puede. Cuando alineas tu perspectiva del dolor con la de Dios, tú también puedes experimentar sanidad. El primer paso para la victoria por medio del perdón consiste en reconocer que Él siempre tiene un propósito para tu dolor. Por tanto, no necesitas llevar las cargas del pasado. Puedes soltarlas.