30 DIAS A LA VICTORIA A TRAVEZ DEL PERDON

DIA 8

EL CAOS ALREDEDOR DE TI

Hace algún tiempo, Lois y yo hicimos un viaje muy esperado a Hawái. Durante varios meses habíamos tenido un intenso horario de trabajo y ansiábamos disfrutar de un poco de paz, tranquilidad y descanso. Estábamos impacientes por contemplar las vistas refrescantes y escuchar el sonido relajante del mar. Estaba previsto que predicara en una conferencia en Hawái, así que aprovechamos la ocasión para añadir unos cuantos días de vacaciones después del evento. Lo necesitábamos. Cuando embarcamos en nuestro vuelo, estábamos cansados y exhaustos, pero sabíamos que una vez allí, todo iría bien. Nos equivocamos. Unos minutos después de desempacar, descubrimos que el hotel donde nos alojamos pasaba por una importante renovación. Nadie nos lo había comunicado. Los martillazos y los chirridos de las sierras eléctricas eran incesantes desde temprano por la mañana hasta bien tarde. Sobra decir que el ruido ahogaba el sonido de las olas del océano y nos distraía de lo que habíamos ido a hacer: descansar y recuperarnos para seguir adelante fortalecidos. Para colmo, hacia el final de un viaje ya caótico, me puse tan enfermo que tuvieron que llevarme al hospital a toda prisa. Nunca me había sentido tan mal. Doblado de dolor durante el frenético traslado al hospital, pensé: Se supone que Hawái no es así. Fue espantoso. Tuve que permanecer un par de días en el hospital, ¡pero al menos estaba lejos del ruidoso hotel! EL CAOS, SEA TUYO O DE OTRO, TE DISTRAE, TE NUBLA LA VISIÓN Y RALENTIZA TU PROGRESO. Cuando Lois y yo embarcamos en el avión de regreso a Dallas, estábamos mucho peor que cuando emprendimos el viaje. ¿No es sorprendente lo que puede provocar en ti el caos ajeno? Puede impedirte disfrutar de la belleza que te rodea y de recibir las fuerzas que necesitas. Asimismo, también es increíble ver los problemas que puede causar tu propio caos. El caos, sea tuyo o de otro, te distrae, te nubla la visión y ralentiza tu progreso. Como el bebé llorón en un avión, absorbe tu energía y la atención que intentabas dirigir a otra cosa. Básicamente, el pecado es un caos, tanto si necesitas perdonar a quien haya pecado contra ti o a ti mismo por tu propio pecado que está generando culpa y vergüenza. Y el caos tiene una manera de impedirte ser todo aquello que Dios ha diseñado que seas. Por eso es tan importante el perdón. Cuando perdonas, te liberas del caos que hay a tu alrededor y en ti.