30 DIAS A LA VICTORIA A TRAVEZ DEL PERDON

DIA 3

DE LA TRAGEDIA AL TRIUNFO 

A veces la vida tiene intención de descargar su basura sobre nosotros, ¿verdad? Podríamos sentirnos como el Pelícano, cargados con los desechos tóxicos de las malas decisiones (de otros o propias). 

Los penetrantes vapores de la ira, la culpa, el pesimismo, el temor y la amargura alejan a otros de nosotros, y navegamos sin rumbo, como el Pelícano. Entramos y salimos de relaciones, situaciones, trabajos… para descubrir que solo nos aceptan el tiempo de cargar un poco de combustible, y nada más. Nadie quiere nuestra basura. 

Vivir así te agota, y el cansancio dicta cómo te sientes y lo que harás. Cuando estás exhausto, no puedes relajarte. No te sientes a gusto contigo mismo, pierdes la paz y dejas de ser confiado, libre, atento y generoso. 

Sin embargo, cuando empiezas a experimentar la victoria a través del perdón, vuelves a descubrir la belleza de ser la persona que Dios diseñó. Ves cómo Dios transforma tu caos en un milagro. Te percatas de que está cambiando tu tragedia en triunfo, tu carga en bendición. 

Es parecido a lo que acabó sucediéndole al Pelícano. Nadie sabe exactamente dónde está el barco hoy, pero se cuenta que fue finalmente retirado de servicio. 

CUANDO EMPIEZAS A EXPERIMENTAR LA VICTORIA A TRAVÉS DEL PERDÓN, VES CÓMO DIOS TRANSFORMA TU CAOS EN UN MILAGRO. 

Como con la mayoría de los barcos de su tamaño, una vez cumplido su cometido fue reciclado como chatarra. Partes de su casco podrían encontrarse hoy en un automóvil que transporta a una familia feliz por la India. Fragmentos de su cubierta podrían componer la carrocería de un tractor que ara un campo de maíz en Ohio. Porciones de su proa podrían encontrarse en el pupitre de un alumno de Nueva Jersey o en los módulos de juegos de un patio de recreo. Y fracciones de su rompeolas podrían formar parte de un puente sobre una bahía. 

Dondequiera que esté el Pelícano, ya no lleva esa carga. Por ello, fue liberado para llegar a ser más de lo que nadie hubiera imaginado jamás. Se convirtió en una bendición y ya no es una carga. 

Dios quiere que tú también seas una bendición para quienes te rodean, para Él y para ti mismo. Pero eso solo podrá suceder cuando des los pasos necesarios para perdonar de verdad.