
30 DIAS A LA VICTORIA A TRAVEZ DEL PERDON
DIA 2
DESECHOS PUTREFACTOS
El Pelícano fue el barco más desagradable del mundo. Durante más de dos años navegó en alta mar: el holandés errante del siglo XX.
Honduras, Costa Rica, Guinea-Bisáu, Cabo Verde, las Bahamas y otros muchos países le negaron la entrada a sus puertos. Deambuló por el Caribe, cruzó el Atlán- tico hasta el Oeste de África, surcó el Mediterráneo y el océano Índico. Solo se le permitía estar en un puerto el tiempo de recargar combustible. Durante esos años, el Pelícano cambió dos veces de nombre y una vez de dueño.
El rechazo generalizado hacia PellCano empezó en 1986, cuando los trabajadores sanitarios de Filadelfia se pusieron en huelga durante un mes. Al acumularse la basura, la ciudad intentó enviarla a Ohio y Georgia, pero esos estados se negaron rotundamente. Filadelfia acabó incinerando la basura y se deshizo de 14 millones de kilos de desechos y cenizas —incluidas sustancias tóxicas, como arsénico y plomo en la bodega de un barco, posteriormente llamado Pelícano.
Ningún puerto del mundo quería saber nada de este barco.
No viví personalmente la huelga de Filadelfia, pero experimentó una situación similar cuando viajé con mi esposa a Venecia. Veíamos (y olíamos) montones de basura por toda la ciudad. Las calles, ya angostas, estaban también plagadas de ba- sura. El olor de aquellos callejones era insoportable.
Cuando preguntamos qué estaba sucediendo, nos enteramos de que los basureros de Venecia estaban en huelga.
Sobra decir que guardo muy pocos recuerdos gratos de ese viaje. El hedor de los desechos de otras personas afectaba a todos, incluidos nosotros. Es difícil disfrutar de la belleza de la exquisita arquitectura de la ciudad y de la serenidad del paseo en góndola por sus canales con un olor tan horrible.
La falta de perdón puede producir lo mismo en tu vida. Cuando lo descuidas y permites que se acumule, empieza a afectar todo lo que haces y a todos los que te rodean. La falta de perdón contamina la atmósfera pura y fresca del amor a Dios y al prójimo. Las palabras amables se tornan mordaces. Las expresiones de generosi- dad están supeditadas a las expectativas y las demandas. La dulzura se mezcla de
En otras palabras, ya no puedes ser la persona amorosa que Dios disenó. Por el contrario, los desechos putrefactos del pesar, la vergüenza y el enojo envenenan el aire y dificultan tus relaciones, tu vida laboral y otros ámbitos de tu vida. Por eso es tan importante el perdón. Restaura a la persona que te lastimó, te libera del remordimiento y te permite recuperar la vida que Dios diseñó para ti.
El Pelícano fue el barco más desagradable del mundo. Durante más de dos años navegó en alta mar: el holandés errante del siglo XX.
Honduras, Costa Rica, Guinea-Bisáu, Cabo Verde, las Bahamas y otros muchos países le negaron la entrada a sus puertos. Deambuló por el Caribe, cruzó el Atlán- tico hasta el Oeste de África, surcó el Mediterráneo y el océano Índico. Solo se le permitía estar en un puerto el tiempo de recargar combustible. Durante esos años, el Pelícano cambió dos veces de nombre y una vez de dueño.
El rechazo generalizado hacia PellCano empezó en 1986, cuando los trabajadores sanitarios de Filadelfia se pusieron en huelga durante un mes. Al acumularse la basura, la ciudad intentó enviarla a Ohio y Georgia, pero esos estados se negaron rotundamente. Filadelfia acabó incinerando la basura y se deshizo de 14 millones de kilos de desechos y cenizas —incluidas sustancias tóxicas, como arsénico y plomo en la bodega de un barco, posteriormente llamado Pelícano.
Ningún puerto del mundo quería saber nada de este barco.
No viví personalmente la huelga de Filadelfia, pero experimentó una situación similar cuando viajé con mi esposa a Venecia. Veíamos (y olíamos) montones de basura por toda la ciudad. Las calles, ya angostas, estaban también plagadas de ba- sura. El olor de aquellos callejones era insoportable.
Cuando preguntamos qué estaba sucediendo, nos enteramos de que los basureros de Venecia estaban en huelga.
Sobra decir que guardo muy pocos recuerdos gratos de ese viaje. El hedor de los desechos de otras personas afectaba a todos, incluidos nosotros. Es difícil disfrutar de la belleza de la exquisita arquitectura de la ciudad y de la serenidad del paseo en góndola por sus canales con un olor tan horrible.
La falta de perdón puede producir lo mismo en tu vida. Cuando lo descuidas y permites que se acumule, empieza a afectar todo lo que haces y a todos los que te rodean. La falta de perdón contamina la atmósfera pura y fresca del amor a Dios y al prójimo. Las palabras amables se tornan mordaces. Las expresiones de generosi- dad están supeditadas a las expectativas y las demandas. La dulzura se mezcla de
En otras palabras, ya no puedes ser la persona amorosa que Dios disenó. Por el contrario, los desechos putrefactos del pesar, la vergüenza y el enojo envenenan el aire y dificultan tus relaciones, tu vida laboral y otros ámbitos de tu vida. Por eso es tan importante el perdón. Restaura a la persona que te lastimó, te libera del remordimiento y te permite recuperar la vida que Dios diseñó para ti.