
De la Supervivencia A La Significación
CAPITULO 3-PARTE 4
La Impotencia
Cuando nos sentimos impotentes, somos incapaces de ayudarnos a nosotros mismos. No podemos cambiar nuestras circunstancias porque algo más poderoso que nosotros nos supera. Puede ser realmente aterrador sentirse impotente en situaciones negativas, especialmente cuando existe una necesidad directa o una dependencia con respecto a la persona involucrada (cónyuge, familiar, empleador). La impotencia también puede surgir cuando alguien nos agrede o ataca maliciosamente nuestra integridad. Se puede sentir en la infancia cuando tenemos familias poco saludables y controladoras. Si hemos experimentado mucha impotencia en nuestra vida, es posible que, cuando nos encontremos en circunstancias remotamente similares, tengamos una reacción defensiva casi inmediata.
Ejemplos de impotencia
Una mujer se siente dependiente de su trabajo, pero debe tolerar a un jefe abusivo y degradante.
Un hombre llega a casa y encuentra a su esposa borracha después de que ella le prometió que dejaría de beber.
Una joven termina una relación y descubre que el hombre ha destruido su reputación en la universidad difundiendo rumores falsos y maliciosos sobre ella.
La impotencia es el núcleo de muchos problemas de ira. Cuando nos sentimos incapaces de ayudarnos a nosotros mismos o de cambiar nuestras circunstancias, podemos protegernos a través de la ira. También podemos intentar controlar las cosas por nuestros propios medios, directa o indirectamente. Muchas veces, en situaciones de impotencia, nos esforzamos aún más. El esfuerzo por seguir intentándolo se puede observar especialmente en las personas codependientes.
En realidad, la impotencia no es el problema. La forma en que lidiamos con la impotencia es el problema más grande. Nuestros propios esfuerzos, nuestras reacciones de ira y venganza o nuestra depresión no pueden cambiar nada. Cuando aprendemos a identificar la emoción de la impotencia, podemos llegar a un punto de verdadera rendición. Junto con la impotencia real (¡sin ningún esfuerzo por cambiar nada!), es necesario tener la actitud de que Dios es más poderoso que cualquier obstáculo al que nos enfrentemos. En lugar de esforzarnos tanto, la capacidad de rendirnos a Él es donde encontramos la victoria. En medio de la tensión y el dolor de sentirnos tan fuera de control, podemos confiar en esta verdad estabilizadora: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).
Sentirse impotente es a veces el resultado de la falta de límites saludables. Aunque los límites no tienen por objeto controlar nuestro entorno, nos ayudan a adquirir un sentido de cordura y paz. Dedicaremos más tiempo a los límites en el capítulo 11. Puntos de aplicación: ¿Reconoces una sensación de impotencia en tu vida? ¿Qué puedes afirmar bíblicamente para superar esa sensación de impotencia?