11-21-24-LECTURA DIARIA-ESP.

EXPERIMENTANDO EL ESPIRITU
MEJOR QUE CONOCERSE A SÍ MISMO
¿Y qué pasa con nuestros talentos naturales y nuestra experiencia pasada? ¿Los utilizará Dios, o siempre nos usará en las áreas en las que somos débiles por naturaleza? Dios le creó con sus habilidades únicas, y Él sí quiere utilizarlas. Pero a Él le preocupa mucho más que usted le conozca a Él que el que usted conozca sus habilidades. El mundo nos dice que nos afirmemos a nosotros mismos, pero Dios nos dice que nos neguemos a nosotros mismos. Su identidad y su autoestima no se encuentran en sus habilidades, sino en su relación con Cristo.
Nos encanta tener el control. Esa es nuestra naturaleza, es decir, nuestra naturaleza caída. Pero fuimos creados para una relación con nuestro Creador en la que Él tiene el control. Desde que esa relación se rompió por el pecado, nos cuesta confiar en Él, porque no le conocemos como deberíamos. Es mucho más fácil poner nuestra fe en nuestra capacidad, pues conocemos nuestras limitaciones y lo que podemos lograr. Sabemos en nuestra cabeza lo que enseña la Biblia, pero nos cuesta poner en práctica la verdad de Dios. En muchos casos, somos creyentes teológicamente conservadores pero ateos en la práctica. Luchamos por vivir lo que decimos creer. La vida y el sistema de creencias no coinciden. Pero cuando se trata de cuestiones teológicas, nuestro objetivo no es la excelencia intelectual, sino la experiencia más profunda de todo lo que Dios se ha propuesto para nuestras vidas, basándonos en la teología que sabemos que es verdadera.
Por lo tanto, la única forma de experimentar al Espíritu obrando en nuestras vidas es confiar y obedecer. Para confiar en Dios, tenemos que conocerle íntimamente. No es que no seamos conscientes de lo mucho que Dios puede hacer; simplemente no vivimos en una relación con Él en la que confiemos en que hará tanto en nuestras propias vidas. Como resultado, muchos cristianos confían en su propia experiencia por encima de la verdad de la Palabra de Dios. Por eso el Espíritu Santo nos señala continuamente al Señor. Por eso su mayor tarea es ayudarnos a conocer y experimentar una relación personal con Dios.
Sin embargo, cuando obedecemos, Dios puede lograr más a través de nosotros en seis días que lo que podríamos hacer en sesenta años sólo con nuestros mejores esfuerzos. De hecho, sin el Espíritu trabajando a través de nuestras vidas, todo lo que hacemos son obras muertas. Jesús no exageraba cuando dijo: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer (Juan 15:5). Rara vez consideramos que Dios nos dio Su Espíritu porque el «yo» nunca podría cumplir la tarea que Él tiene para nosotros. Sólo a través de Su Espíritu estamos equipados para el servicio.
Posted in Lectura Diario-ESP.
No Comments